CON ESA CARA

qué caripela

 

VOLVER A FIJARSE EN LA CARA DE LOS DEMÁS
“y jamás volveré a fijarme en la cara de los demás, esa careta idiota que tira y tira para atrás”
En días como este, donde el calendario marca que completé un año más en el planeta, me permito contar alguna anécdota personal.
La profesión de abogado tiene, como todas, su oficio, sus rituales, y sus apariencias.

Recuerdo que cuando me gradué, todavía con 24 años, mi preocupación era cómo superar mi cara de jovencito recién recibido y -por ende- totalmente inexperto.

Pasaron los años, ya tenía 10 años de ejercicio, y una tarde viene a consultarme una señora mayor, acompañada por otra que ya había sido clienta mía.

Me cuenta una angustiosa situación que estaba padeciendo, y me formula una consulta jurídica.
Yo me di cuenta de que el caso se podía resolver con un sencillo mecanismo, se lo expliqué, le imprimí un papelito con un borrador, y le dije que yo pensaba que así lo tendría resuelto.
La consultante estaba muy contenta: había entendido mi planteo, la facilidad de la solución, y su efectividad. Su amiga también había entendido el plan sencillo y seguro.
La consulta termina. Ambas muy agradecidas se levantan y me dan un beso. La consultante además me da uno de esos abrazos que dan las abuelas, me da otro beso, me mira contenta a los ojos y me dice:

“¡Gracias doctorcito! ¡Es usted mucho más inteligente que la cara que tiene!!”

Yo quedé anonadado, sin saber qué responder, así que les abrí la puerta, saludé, y volví a mi oficina.
Hasta hoy recuerdo las carcajadas de mi papá cuando le conté la anécdota, y su reflexión: “Pensá que peor hubiese sido que te dijesen que eras menos inteligente que la cara que tenés”.

En fin, que a veces, al revés de lo que decía Charly, es mejor mirar más de una vez la cara de los demás, para no dejarnos llevar por la primera impresión.Y, de todas formas, los que tenemos cara de salame, no podemos hacer nada para esconderla…